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Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar,
    y el Anciano[a] se sentó a juzgar.
Su ropa era blanca como la nieve;
    su cabello se parecía a la lana más pura.
Se sentó sobre un trono ardiente
    con ruedas en llamas,
10 y un río de fuego
    brotaba de su presencia.
Millones de ángeles le atendían;
    muchos millones se pusieron de pie para servirle.
Entonces comenzó la sesión del tribunal
    y se abrieron los libros.

11 Yo seguí mirando porque podía oír las palabras arrogantes del cuerno pequeño. Seguí mirando hasta que mataron a la cuarta bestia y su cuerpo fue destruido por el fuego.

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Footnotes

  1. 7:9 En arameo un Anciano de Días; también en 7:13, 22.

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